Artículo 5: Del suicidio, la retirada sigilosa de Yozo

Yozo, la necesidad de un sujeto liminar, a partir de la vergüenza y la culpa, en Indigno de ser humano

Tsushima Oda

Ilustración: @a.cristo168

V

Del suicidio, la retirada sigilosa de Yozo

Luego del recorrido hecho sobre la situación de Yozo y Dazai queda revisar el propósito de aquél, esto es, si intenta remediarse. Y como hemos visto, debido a su condición liminar se le presentan infinidad de posibilidades, sin embargo, para alguien como él, sujeto decadente, eso ya no parece alentador, no obstante, podría serlo para Dazai. ¿Podemos concluir de lo anterior que el propósito de Dazai radica en compartir su vergüenza como vínculo que lo implique en los actos de Yozo?, antes de llegar a una respuesta, consideramos preciso analizar el comportamiento de Yozo para poder determinar su propósito.

Hemos visto que se presentan momentos en los que su malestar se intensifica de tal manera que lo lleva a cometer suicidio, o que la conclusión natural no es otra que el suicidio al no sentirse con la fuerza suficiente para continuar viviendo, esto, además, responde a un movimiento consecuente del tipo de pensamiento que considera que no hay forma de vivir y, por lo tanto, de continuar viviendo. Pero ¿esta tendencia es, en efecto, la solución que encuentra Yozo para remediar su ser vergonzoso y culpable o simplemente un movimiento orgánico debido a su deterioro y degeneramiento gradual?

Recordemos que para los japoneses el suicidio ritual, como herencia del Bushido, o seppuku (también conocido en occidente como harakiri: corte del vientre), “Era una institución legal y solemne. Inventado en la edad media, era un proceso por el cual los guerreros podían expiar sus crímenes, disculparse de sus errores, evitar la infamia, rendir a sus amigos o probar su sinceridad” (Nitobe, 1909, p.109). En otras palabras, funcionaba como una forma de expiación. Asimismo, al dejar expuesto su interior se mostraba, a manera de analogía, la calidad de su corazón: si estaba o no corrompido. ¿De la misma manera lo comprende Yozo? ¿parte de esa idea para resolverse a cometer suicidio?, tengamos presente que él fracasa en sus intentos. Y que, por otra parte, el hecho de que lo haya realizado comienza a generar sospechas sobre su salud mental y emocional. El suicidio en él no resulta un acto, precisamente, solemne ante los demás.

Ahora bien, ¿podríamos comparar la actitud de Yozo con la de un Áyax, cuando decide terminar con su vida luego de que, cegado por la locura, mata salvajemente a una manada de bueyes creyendo que se trataba de los Atridas? Rescatamos del trabajo de Williams la conclusión que hace sobre el final del personaje, nos dice, a partir de las palabras del propio Áyax: “es menester que el hombre bien nacido viva con honra o muera igualmente conhonra[1] (Sófocles como se citó en Williams, 2011, p.143), es decir, para él ya no había manera de vivir que pudiera ser respetada por nadie a quien él respetara, lo que se traduce a que no hay forma de seguir viviendo mientras no pueda respetarse a sí mismo. Su acto sirve para enmendar su honor, Áyax lo mantiene, puesto que demuestra su grado de dignidad al no soportar la posibilidad de vivir con ese agravio.

Por otra parte, resulta válido preguntarnos si consigue expiarse, ello tendría sentido si lo que experimentara fuera culpa, sin embargo, su sentimiento es el de vergüenza, por eso consigue su propósito a la manera de un Samurái que realizara seppuku. No obstante, en Yozo observamos, además de la vergüenza, una profunda culpa, o más bien consciencia de culpa. Al igual que Áyax llega a pensar que no puede seguir viviendo de la manera en la que lo ha estado haciendo puesto que continuar así solo lo empuja a intensificar estos dos sentimientos, o como él mismo dirá “sin embargo, los pecados vergonzosos se acumulan en los pecados inmundos, la angustia incrementa violentamente, quiero morir, debo morir, el vivir es la causa del pecado” (Dazai, 2020, pp.143-144). Su condición, para él, solo puede empeorar. Quizá no resulte del grado de un Áyax, en este sentido de dignidad guerrera, sino de dignidad humana. Yozo, aunque no lo expresa explícitamente, al no soportar seguir viviendo una vida llena de sufrimiento debido a la culpa y a la vergüenza, demuestra su dignidad humana: no desea dañar a los demás ni seguir cometiendo esa clase de actos y, a pesar de ello, fracasa en sus intentos de suicidio.

Al final de la novela Yozo se encuentra internado en una vieja casa ubicada en un pueblo retirado de su ciudad natal asistido por Tetsu, mujer ya entrada en edad, después no sabemos más sobre nuestro protagonista. ¿Se rindió?, lo que ocurre después con él queda en incertidumbre, acaso se pueda dar una lectura pesimista: el suicidio no resulta un método efectivo para remediarse de la vergüenza ni para expiarse de la culpa, en la manera en la que Williams distingue el segundo del primer sentimiento que incluso aún después de la muerte siga castigando. Al contrario, consideramos que aquello resulta la retirada de Yozo, esto es, salir de escena de manera sigilosa, sin tintes trágicos. Nos atreveremos a decir que el corte de sus notas equivale a las palabras de un Áyax cuando expresa “Yo voy allí donde debo encaminarme” (Sófocles, 1981, p.153), como una necesidad apremiante, previo al acto de acabar con su vida en aquel paraje solitario a orillas del mar.

Yozo desaparece en la incertidumbre. Mas, ¿qué ocurre con Dazai?, él, por el contrario, consigue suicidarse. Volvemos a ver aquí la permutación de responsabilidades. Explicamos: no quiere decir que Dazai actúe ahora en nombre de Yozo, sino, más bien, que Yozo sale de escena una vez ejecutado su propósito: su deseo de muerte resulta el primer acto (pensamiento) para que devenga el segundo (suicidio). En resumidas palabras, la fuerza ilocucionaria de sus enunciaciones se dirige hacia ese segundo acto. Justo allí encontramos la necesidad de un sujeto liminar. Solo este resulta capaz de ofrecer tantas salidas y entradas al sujeto empírico. Teniendo esto como base, queda resolver la situación de la persona, Tsushima Shuuji, el ciudadano, pues hemos observado que el autor (Osamu Dazai) se apoya del personaje, entonces cuál y cómo sería la interacción entre Shuuji, la persona, y Dazai, el autor. Incluso entre aquél y Yozo visto que Dazai resulta una especie de personaje de la persona.

Ocurre algo que ni el propio Yozo esperaría, cuando el escritor, autor ficticio de la novela, se encuentra con la dueña del bar en el que estuvo viviendo por una temporada, ésta le dice que, para ella, Yozo era como kamisama (神様), en la traducción castellana se refieren a un “ángel”, pero esto trae connotaciones un tanto cristianas y, por tanto, alejadas del sentido del término original. Para los japoneses el kami es aquella fuerza prístina, diríamos pura y fundamental, que se manifiesta en la naturaleza. Ya se leerá sobre la tierra de los kami, la cual no se encontraba sobre la humana, sino paralela a ella (relación horizontal y no vertical), de manera que los kami caminaran junto con los humanos. No era de extrañar que se encontraran con alguno de ellos[2].  Esto quiere decir que Yozo cuenta con esa cualidad pura, pero sigue siendo distinto a los humanos, bueno, a los humanos que él conoció. En todo caso, Yozo no era un indigno, sino un humano distinto que se negó. Y su final, uno anunciado desde el inicio de la novela: el desvanecimiento. Nos dice el narrador, en el prefacio, que luego de ver las fotografías en las que aparecía Yozo al instante en que cerraba sus ojos le resultaba imposible recordar su rostro, sabía que había visto a alguien allí, pero era incapaz de recordar un solo rasgo de él. Yozo, como expresa el narrador, se desvanece como la niebla[3]: inaprensible, sin oportunidad de dejar rastro, pero permitiendo vislumbrar las variadas posibilidades.

Referencias

Dazai, O. (2018). Indigno de ser humano. Barcelona: Sajalín.  

Nitobe, I. (1909). Bushido El alma del Japón. Madrid: Biblioteca científico filosófica.

Sófocles, (1981). Tragedias Áyax. Madrid, España: Gredos.

Williams, B. (2011). Vergüenza y necesidad Recuperación de algunos conceptos morales de la Grecia antigua. Madrid, España: Antonio Machado libros.

太宰治 (2020年)。人間失格。日本:新潮社。[Dazai, Osamu (2020). Ningen Shikkaku. Nihon: Shinchosha]. 


[1] En la edición que nosotros revisamos se ha traducido como “el noble debe vivir con honor o con honor morir” (Sófocles, 1981, p.145).  

[2] Al respecto recomendamos revisar el trabajo de Tanaka Nishiwaki Tokiyo, “Sentido de la Muerte a través de la Historia Literaria Japonesa” y el Kojiki de Oo no Y.

[3] El verbo que utiliza Dazai refiere, tal cual, el desaparecer de algo semejante a la niebla: 霧消します [mushoushimasu], que bien puede interpretarse como “esfumarse” o “disgregarse pronto”.  


Sobre el autor

Tsushima Oda

Licenciado en Lengua y Literatura de Hispanoamérica. Actualmente encargado del Círculo de literatura japonesa y miembro de la revista cultural Gramanimia. Amante de la cultura japonesa, literatura y en especial de la poesía. Ha publicado en revistas electrónicas poemas y ensayo; cuenta con la publicación del poemario Virgo.

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