Yozo, la necesidad de un sujeto liminar, a partir de la vergüenza y la culpa, en Indigno de ser humano
Tsushima Oda
III
Del otro interiorizado, la mirada de Yozo sobre sí mismo
Dentro de la condición de nuestro protagonista se manifiesta una constante de sentimientos íntimamente relacionados: temor, humillación, culpa y vergüenza. En este momento, ¿resulta acertado afirmar que los tres primeros aparecen como fundamento para la vergüenza? En el entendido de que para la sociedad japonesa la conciencia de la presencia del otro representa un elemento primordial dentro de las distintas relaciones que puedan darse, ¿este otro aparece como la mirada que juzga el comportamiento de uno mismo, o, por el contrario, que no se trata precisamente de lo que el otro dicta sobre uno, sino del grado y manera en la que uno mismo puede llegar a afectar la condición actual de dicho sujeto, es decir, no se desea tomar la responsabilidad de algún daño ni tampoco se quiere hacer padecer al otro? Lo expresado en las notas (o cuadernos) de Yozo muestra un intercalarse de emociones tendente hacia la segunda proposición. Ahora, ¿cómo entender su vergüenza? ¿Se trata meramente de vergüenza o también de culpa? Incluso, ¿una deviene la otra?
Para comprender lo anterior resulta imprescindible el sentido de la moral y, como acertadamente ha escrito Nitobe, la vergüenza funge como procuradora de aquella. Esto es, se espera que dicho sentimiento intervenga para evitar un comportamiento indebido, en lo que en determinada sociedad se convenga como impropio. Para Yozo, por ejemplo, será el no contar con un empleo, lo que se traduce a no cumplir con lo mínimo que se espera que haga, situación que empeoraría si él contara con la capacidad y condiciones físicas para llevarlo a cabo. Sin embargo, ¿se llega a experimentar vergüenza por lo que se piensa y dice sobre uno mismo o debido a lo que uno mismo, partiendo de tales pensamientos, pensaría sobre sí mismo? A propósito, Williams (2011), quien, tras analizar la tragedia griega, advierte que el sentir vergüenza no quiere decir meramente ser visto (descubierto-atrapado) por otro cuando se está actuando de manera desaprobada. Al contrario, se presenta un sujeto al que denomina “otro interiorizado”, del que dice es
abstracto, generalizado e idealizado, pese a lo cual potencialmente es alguien por oposición a nadie, y es otro con respecto a mí. Puede aportar la perspectiva de las expectativas sociales reales, de cómo viviré si actúo de una forma y no de otra, de cómo mis acciones y reacciones alterarán mis relaciones con el mundo que me rodea. (p.142)
Como vemos, la mirada hacia uno mismo termina por ser mucho más severa que la del otro. Ello debido a las normas, opiniones, pensamientos, convenciones, emociones interiorizadas, podríamos incluso decir a las opiniones supuestas. De esta manera, todo lo anterior se establece como un móvil que regula, desde el interior, el comportamiento, o, al menos, influye sobre la reacción que se experimenta ante determinadas situaciones. En Yozo resulta primordial, ya que el hecho mismo de acordar convertirse en el bufón (道化者, doukemono) de los humanos responde, por una parte, a sus experiencias interiorizadas y, por otra, a las que quiere evitar. Pero, también, a un temor. ¿Afirmaríamos que se trata de un temor a sentir vergüenza, lo que significaría: verse involucrado en un acto vergonzoso? No pasemos por alto que el sentir vergüenza, además de implicar opiniones y críticas hostiles, también involucra el ser despreciado. Circunstancia habitual para Yozo, puesto que desde muy temprana edad se reconoce distinto a los demás, se sitúa en un afuera respecto de todo parámetro de su contexto.
En cierta ocasión relata que uno de sus temores consistía en que su verdadero carácter fuera descubierto por los demás, el cual, para él, se reflejaba en los cuadros que pintó durante su época de secundaria, razón por la que celosamente los ocultaba en el fondo del armario. En dicho pasaje menciona, además, lo que resultaría un mayor agravio: las carcajadas tras ser descubierto, ya que se tomaría como una bufonada más. Observamos así, similar a Williams, que no se trata únicamente de la mirada del otro frente a la propia desnudez, sino, también, de los pensamientos interiorizados de uno mismo. Visto que para Yozo los humanos que hasta el momento conoce le resultan una farsa: ataviados de máscaras, convenciones que rigen lo que es aceptado y lo que no, llega a considerar sus propios sentimientos y pensamientos verdaderos inapropiados, incluso despreciables, por lo que no serán tomados con seriedad ni mucho menos aceptados. Así, resulta preferible engañarlos. Hasta este momento se alcanza a apreciar que, aunque Yozo se considera fuera e incapaz de relacionarse con otros humanos, se anda con cautela para que dicha condición no intensifique su sufrimiento. De aquello parten las bufonerías: mantenerlos entretenidos para que no se presente oportunidad de sospechas y evitar así un posible castigo.
A decir verdad, esta idea del castigo tiene una relación más estrecha con el sentimiento de culpa (罪, tsumi) que con el de vergüenza. No obstante, lo traemos a cuenta ya que nos dice, Williams, que el primero, de acuerdo a la manera en la que uno ha actuado, tiende hacia “lo que le ha ocurridoa otros” por nuestra causa sea voluntariamente o no. En tanto que el segundo, se dirige a “lo que yo soy” (p.153). De esta manera, una vez que hemos experimentado la vergüenza, esto podría suscitar en nosotros un mejoramiento. Sin embargo, la culpa exige la absolución de la misma, es decir, será necesario el arrepentimiento y el castigo o algún acto grave que se considere suficiente o correspondiente para enmendar el daño. Mas ello no asegura que el culpable, tras el castigo, se sienta absuelto, debido a que dicho sentimiento se manifiesta como una profunda herida interior; situación contraria observamos con la vergüenza, la que resulta más bien superficial (apariencia). Incontables veces Yozo recurre a estos dos sentimientos para describir la calidad de sus actos y condición habitual. Mismos que se volverán más frecuentes y definidos conforme avanza la trama, principalmente el de la culpa.
Expuesto lo anterior, advertimos dos aspectos de un mismo Yozo: desde el inicio de la novela se presenta uno en un estado de degeneración gradual y otro consciente de dicho proceso. Así pues, escenas más adelante, no se tratará únicamente de un Yozo avergonzado, temeroso del desprecio, consecuencias y del daño que pudiera ocasionar; se presenta la culpa a causa de situaciones claramente identificables: el suicidio doble, la violación que sufre su esposa, la desobediencia a sus padres. A pesar delas vicisitudes, se revela un Yozo culpable debido a su aguda preocupación por el bienestar de los demás. Sabemos de antemano, desde su infancia, sobre el grado de su empatía. Sentimiento que no resulta para nada gratuito, ya que guarda relación con dos elementos que conforman la comunicación japonesa: “Ki kubari (ki= sentimiento; kubari= cuidar, distribuir) y Omoiyari (empatía)” esto es, “cuidar el sentimiento y empatizar” (Nomura akira como se citó en Villasanz, 2003, p.12), ello con la finalidad de evitar la vergüenza. Misma que se inclina mayormente hacia las consecuencias provocadas en el otro debido a los propios actos. Esto, además, lleva a que los japoneses, en sus relaciones, asuman “una actitud diferente, no espontanea, en alto grado falsificada” (2003, p.13). Lo que nos recuerda el concepto de tatemae, procurar el bienestar del grupo.
De esta manera, se presenta un Yozo lleno de vergüenza y culpa, vergüenza, acaso, debido a considerarse culpable de ciertos perjuicios. En un momento dado recurre a una expresión bastante acertada para definir dicho sentimiento: 脛に傷持つ [sune ni kizu motsu], la que traducimos como tener la conciencia de culpa, en otras palabras, ser consciente de la propia culpa. Lo peculiar del enunciado descansa en las palabras que lo conforman, ya que de manera literal expresaría: cargar la herida en el cuerpo (1). La culpa resulta así una herida abierta y dolorosa que se extiende desde el interior. No se trata simplemente de un momento en el que se ha experimentado la burla o humillación, sino, precisamente, de que se es responsable de un daño. De tal hecho deviene la necesidad de remediarlo. Entonces, ¿podríamos decir que Yozo consigue la absolución?, sin embargo, la situación se presenta desfavorable debido a que la culpa, contraria a la vergüenza, se manifiesta como el pensamiento imperante de que “aunque yo desapareciera, ella me acompañaría” (Williams, 2011, p.149).
Como podemos ver, Yozo experimenta dos sentimientos vinculados, pero que guardan sus propios matices. De un lado, la vergüenza fundamentada en las expectativas que él exige de sí mismo basadas en un modelo idealizado de ser humano, ya que no lo advierte en los humanos de su entorno. Al contrario, dichos humanos le infunden desconfianza y decepción, de ahí que se cuestione sobre si eso es realmente serlo. Tal vez parte de su descontento se presenta como base para cimentar a ese humano ideal que tampoco él consigue ser, justo allí encontramos la fuente de su vergüenza. Por otro lado, la culpa (crimen) debido al intento de suicidio doble que comete junto con Tsuneko, luego el sentirse un aprovechado; enseguida, un cobarde por la violación que sufre su esposa. Se manifiesta, en efecto, el arrepentimiento, pero no se ejecuta un castigo determinado o sentencia capaz de absolverlo, puesto que aquel será su sufrimiento. Así la culpa y la vergüenza que padece lo llevan a considerarse un pecador (罪悪, zaiaku). Cierto es que, aunque Yozo cuenta con algunas nociones sobre el cristianismo, ello no resulta determinante para la comprensión que por tal concepto guarda. Su idea del pecado se corresponde más bien con un gravísimo crimen (en oposición a faltar a los designios de Dios) realizado contra los humanos, de tal manera que termine siendo despreciado por la sociedad. Así pues, Yozo padece vergüenza ya que no actúa con la dignidad que le corresponde, y culpa debido a que causa un daño grave a otro.
Notas
- (1) Aunque, en realidad, 脛 [sune] se refiere a la parte baja de la pierna o espinilla, hemos decidido escribir “cuerpo” considerando que se trata de un malestar que llega a castigarlo por completo, o que su lugar, el de la culpa, es, en efecto, uno incierto, por lo que puede mencionarse a la totalidad del mismo.
Referencias
Nitobe, I. (1909). Bushido El alma del Japón. Madrid: Biblioteca científico filosófica.
Villasanz Rodríguez, B. (2003, octubre). La construcción de la identidad japonesa (Un estudio sobre el sistema cultural y simbólico de la sociedad japonesa). Boletín del instituto central de investigaciones de la universidad de Fukuoka. Recuperado de 福岡大学機関リポジトリ (nii.ac.jp)
Williams, B. (2011). Vergüenza y necesidad Recuperación de algunos conceptos morales de la Grecia antigua. Madrid, España: Antonio Machado libros.
太宰治 (2020年)。人間失格。日本:新潮社。[Dazai, Osamu (2020). Ningen Shikkaku. Nihon: Shinchosha].
Sobre el autor
Tsushima Oda
Licenciado en Lengua y Literatura de Hispanoamérica. Actualmente encargado del Círculo de literatura japonesa y miembro de la revista cultural Gramanimia. Amante de la cultura japonesa, literatura y en especial de la poesía. Ha publicado en revistas electrónicas poemas y ensayo; cuenta con la publicación del poemario Virgo.