Lecturas moskianas del 2024

Moskas en la sopa

Por: Miguel Angel Castelo.

Este año no fue muy fecundo en lecturas a comparación del año pasado. Muy rara vez leo a escritores vivos y/o novedades editoriales, excepto si tratan temas que me interesen. A continuación, les dejare mis diez mejores lecturas del año, que no precisamente son novedades editoriales, de menor a mayor relevancia para mí.

10. El acontecimiento – Annie Ernaux
Doña Annie nos cuenta en menos de 120 páginas como fue que en los 60’s se practicó un aborto, cuatro años antes de que legalizaran la píldora anticonceptiva y doce antes de que despenalizaran el aborto en Francia.

Un relato autobiográfico que se me hizo un poco largo, pero que rescato por los ejercicios sobre la escritura y la memoria que nos muestra la premio Nobel del 2022. Fragmentos como “El hecho de haber vivido algo, sea lo que sea, otorga el derecho imprescriptible de escribir sobre ello” o “Y quizás el verdadero objetivo de mi vida sea este: que mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos se conviertan en escritura, es decir, en algo inteligible y general, y que mi existencia pase a disolverse completamente en la cabeza y en la vida de los otros” nos ponen a pensar en que, tal vez, nuestra vida vale la pena ser contada.

9. Vlad – Carlos Fuentes

El abogado Yves Navarro es requerido por su jefe, el licenciado Eloy Zurinaga, para buscar una casa de renta, ya que un viejo conde rumano amigo suyo se mudará a México.

Los doce capitulitos están escritos con buena prosa que a veces se va por las ramas tanto en las descripciones como en los idiomas (como si el lector supiera inglés o francés). La historia si te atrapa, aunque hay situaciones que te sacan de onda, como el criado enano hermoso. Y más que miedo, hay pasajes que incluso podrían dar asco. El final es abierto y medio confuso, así que estense listos.

Esta novelita originalmente viene en el libro “Inquieta compañía” que reúne otros cinco cuentos de terror: “El amante del teatro”, “La gata de mi madre”, “La buena compañía”, “Calixta Brand” y “La bella durmiente”. Ya después veré si le sigo con esos cuentos o solo me quedo con este vampiro.

8. Inés – Elena Garro

Inés, una monja española, es requerida por su primo Jesús para ser la doncella en una misteriosa casona parisina, donde se enfrentará a personajes muy peculiares, pero que le terminarán haciendo un daño enorme.

Publicada en 1995, tal vez sea una especie de “Qué hubiera pasado si” Octavio Paz le quitara la hija a Elena Garro. La novela está ambientada en el París de mediados de finales de los 50’s, en la segunda estancia del poeta en Paris y con Bona Tibertelli como su pareja. Entre los personajes que se pasean con nombres cambiados (o casi) están Paz, Tibertelli y Garro, así como Alejandra Pizarnik, con quien Elena tenía una enemistad y no la retrata amablemente.

De prosa rápida y atrapante (según influenciada por Bataille y Klossowsky, de quienes no he leído nada), aporta un granito extra a una de las relaciones más tormentosas no solo de la literatura mexicana, sino mundial.

7. De profundis – Oscar Wilde

Carta que le manda Wilde a Alfred Douglas, su “amante”, a menos de un mes de cumplir su condena a dos años por faltas a la moral en la cárcel de Reading. Como inspiración, Wilde toma el comienzo del salmo 130 y desnuda su alma ante Douglas y ante el lector.

Esta larga epístola es un duro y justificado reclamo para un hijo de la chingada que vivió a costillas de un amigo, gastando su dinero en cenas, alcohol, apuestas y viajes. No solo es un listado de las ingratitudes de Alfred Douglas, también nos cuenta qué pasó después con su mujer, el fallecimiento de su madre, así como la pérdida de sus propiedades, biblioteca y sus hijos. Como agregado, reflexiona sobre el arte, Jesús (poco después se convertiría al catolicismo) y sobre su propia obra.

6. La virgen de los sicarios – Fernando Vallejo

Fernando, un cincuentón que le juega al intelectual, regresa a Medellín después de 30 años de exilio. Se da cuenta del nivel de violencia de Colombia y aparte, tiene relaciones con dos jóvenes sicarios de 17 años (no al mismo tiempo): Alexis y Wilmar.

Este libro es un retrato del Medellín noventero: los sicarios matando a diestra y siniestra, la normalización de la violencia, la deshumanización, el uso de la religión para que los planes criminales se cumplan y la incapacidad del estado para impartir justicia. También el autor aprovecha para lanzar dardos a la iglesia, al gobierno y a la humanidad en general, reafirmando su postura atea, antigobierno, defensor de los animales y antinatalista.

En cuanto a la prosa, es una prosa sencilla, con algunos ligeros toques barrocos (lo necesario para hacer ver que el personaje principal es un intelectual, tanto que se da el lujo de citar al Quijote) y cuando le mete palabras colombianas se da el tiempo de explicar el significado.

5. Poesía completa – Idea Vilariño

Por fin este año pude leer poesía. Me gusta la poesía, pero no le dedico el tiempo que se merece y este año, por obra y gracia de mi jefe el Eric (hola Eric xd), pude leer a la gran poeta uruguaya Idea Vilariño.

La creadora del poema “Ya no”, dedicado a Juan Carlos Onetti (su casi merito por mucho tiempo), da un recorrido desde sus primeros versos de juventud, donde deslumbra con versos desoladores, pasando por su madurez poética a través del desamor y el existencialismo. Ubicada tal vez entre Alejandra Pizarnik y Sylvia Plath, doña Idea, junto a Cristina Peri Rossi e Ida Vitale, es de las grandes poetas uruguayas y latinoamericanas.

4. La cruz de San Andrés – Camilo José Cela

Matilde Verdú, una ama de casa gallega, cuenta su historia, la de su familia y la de sus vecinos a través de un monólogo que ella misma denomina “la crónica de un derrumbamiento”. Novela polémica en su momento no por el contenido, sino por lo que hubo alrededor de su escritura y publicación.

Ganadora del Premio Planeta en 1994, recibió acusaciones de plagio por parte de Carmen Formoso, una maestra jubilada de Galicia, que mandó su manuscrito para participar en dicha convocatoria. Según el abogado de doña Carmen, Cela, a manera de venganza, incluye párrafos donde acusa, con nombres ocultos, a Carmen Balcells y a Planeta de fomentar este plagio. Y justo esto fue lo que me pareció genial de la novela, cómo mete la voz del escritor para pitorrearse de quienes lo “obligaron”.

A pesar de ser un plagio o un error, como diría después el doctor Cela Conde (hijo de Cela), es una buena novela con frases matonas, pasajes memorables y buen ritmo narrativo.

3. Las palabras de la tribu – Francisco Umbral

Recorrido por la literatura española desde fines del XIX hasta Camilo José Cela. Por estas páginas desfilan el 98, el 14, el 27, el 36, Miguel Hernandez, los escritores falangistas y el exilio, entre los buenos y los malos. También hace menciones especiales a Ruben Darío, César Vallejo y Pablo Neruda, ya que su poesía influyó en la península en sus respectivos tiempos.

Umbral alaba hasta el cinismo a los que le gustan y rebaja a los que odia de tal forma que varios críticos literarios se quedarían perplejos. Él mismo lo narra en su atrio: “Estas memorias son parciales no sólo en los gustos, sino en los nombres. Parciales, pues, en los dos sentidos de la palabra: por incompletas y por subjetivas”.

Anteriormente ya hablé del libro en este espacio, así que vayan a leerlo o releerlo.

2. La campana de cristal – Sylvia Plath

Esther Greenwood, una muchachita de 19 años, gana una estancia en Nueva York para trabajar en una revista y siente que por fin podrá desarrollar su escritura. A raíz de este viaje, comienza una depresión de la que intenta salir.

Esta es una novela autobiográfica, como es de todos sabido. Se habla del papel de la mujer en los años 50’s, el despertar de conciencia sobre su condición y los incipientes cuestionamientos sobre el matrimonio, la virginidad y la maternidad. También se aborda el tema de la salud mental y el suicidio.

Con prosa sencilla que a ratos se torna poética y con un poco de humor negro, Plath te cuenta poco a poco su temprana juventud, obviamente con cambios de nombres. Te narra sus primeros intentos de hacerse daño, su internamiento, la terapia de electroshock a la que se sometió o su vacío al momento de escribir.

  1. Un ser de lejanías – Francisco Umbral

Diario íntimo que habla de todo y de nada, del tiempo y el no-tiempo, de la juventud y de la vejez, de la vida y la muerte. Faceta de Umbral muy poco conocida y explorada, aquí se muestra tal como es: despreciativo hacia homenajes, engentándose en las fiestas, chiqueador de su gata Loewre, gustoso de su oficio de periodista (el cual gustaba presumir más que el de escritor), a veces tímido y nervioso, recordador de sus años mozos y, a veces, medio bukowskiano, añorando y describiendo a ciertas mujeres que pasaron por su vida.

El título lo toma de una cita del nazi Heidegger: “El hombre es un ser de lejanías”. Hay menciones también a su amigo y maestro Camilo José Cela, un capitulito homenaje al ciego desgraciado Borges y, como no, varios dardos a gente como la Duquesa de Alba.

Libro reflexivo, te deja patinando más de una vez con todas las divagaciones que hace sobre la vida, la muerte, la literatura, el miedo, la música o el éxito. Una cara completamente distinta a la mostrada en “Las palabras de la tribu” y eso que solo hay cinco años de diferencia entre ambos libros.

Mención honorífica: Los recuerdos del porvenir – Elena Garro (relectura)

Ixtepec (trasunto de Iguala, lugar donde la autora paso su infancia) cuenta por lo que ha pasado hasta lo más reciente: la llegada del general Francisco Rosas. Conocemos a una gran variedad de personajes locales y poco a poco conocemos sus historias.

No acostumbro hacer relecturas (mi primera lectura fue en 2023), pero por influencias externas a mí me dieron ganas de releerlo y como bien dicen los entendidos, siempre encuentras cosas que en un primer momento no habías cachado.

Las alusiones a la vida de la autora están presentes en toda la novela. Son los que le dan tanto sabor al texto, tanto por su vida de casada como por su primera etapa de vida, combinando recuerdos infantiles con desdichas matrimoniales. La denuncia social también está presente: la condición de la mujer en aquellos años es innegable en personajes como Isabel Moncada, Conchita Montufar o en las queridas de los generales, al rechazar el silencio, la cosificación o las transacciones del matrimonio; el despojo de las tierras de los habitantes de Ixtepec, el racismo hacia los sirvientes indígenas, la persecución religiosa en tiempos de Obregón y Calles, los asesinatos a diestra y siniestra…

Todo esto hace de la novela una de las grandes obras del siglo XX. Recientemente la editorial Catedra incluyó esta novela en su colección crítica. Habrá que ver que tanto aporta al dialogo literario la investigación y notas al pie.

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