Entrevista al escritor colombiano Juan Cárdenas.

Es la primera vez que aparece una entrevista en Aparato. Por eso, me complace que la primera persona, la que inaugure esta sección, sea Juan Cárdenas, uno de los mejores escritores del país (y si me apuran, del continente). Cárdenas es ganador del Premio José María Arguedas y autor de obras como “Zumbido” (2010), “Los Estratos” (2013), “El diablo de las provincias” (2017), “Elástico de Sombra” (2019) y más recientemente Peregrino transparente (2023).

Primero, ¿Qué andás leyendo? ¿Qué andás escuchando? ¿Qué películas o series andás viendo?

J.C: Estoy leyendo varias cosas a la vez, como de costumbre: un par de novelitas de Leonardo Sciascia, magistrales; La estación del pantano, de mi querido Yuri Herrera; también estoy leyendo todo lo que encuentro de Jerzy Andrzejewski, que se ha convertido en uno de mis autores favoritos de los últimos tiempos. ¿Qué escucho? A ver, digamos Karol G., que hace unas melodías muy bonitas encima de esas pistas minimalistas, tan bien producidas; el último disco que hizo Pharoah Sanders con Floating Points y Miel, una banda indie ecuatoriana muy elegante. No me engancho mucho con las series últimamente, pero acabo de ver TraumaZone, el documental que hizo Adam Curtis sobre la caída de la Unión Soviética y el ascenso del régimen actual de Rusia, entre imperial y mafioso. Absolutamente urgente.

Sé que estás en la actualidad promocionando tu nueva novela. A modo de sinopsis, ¿Qué encontrarán los lectores en esta nueva obra?

J.C: No sé, ¿aventuras? Es una novela de aventuras donde pasan un montón de cosas. Quería hacer una novela muy entretenida, literatura de evasión, pero bueno, uno escribe no tanto lo que quiere sino lo que le sale. Y lo que salió es como un ventarrón de ideas y de problemas y de sensibilidades.

Yo encuentro que tu obra tiene una inclinación hacia la izquierda (hablando en términos políticos). Por esto, me parece importante preguntarte ¿Qué opinás del actual gobierno del Presidente Gustavo Petro?

J.C: Soy una persona de izquierda, siempre lo he dicho claramente: eso quiere decir que creo en la democracia, en las instituciones republicanas y en la posibilidad de inventar algo mejor que el capitalismo. Dudo mucho que nuestra especie solo pueda aspirar a un sistema tan mediocre y dañino como este. En ese sentido, el gobierno de Petro es una oportunidad para ampliar la democracia en un sentido radical y profundo.

Además, tal y como te escribí por Instagram, soy un seguidor de tu obra y, de cierta manera, un promotor de la misma. En este proceso me he encontrado con comentarios extraños, sobre todo alrededor de Elástico de Sombra. Seré claro: El argumento más generalizado es que sos un hombre blanco, hablando de personas negras y que, por tanto, sos “racista” o parte del problema de que a las personas negras no se las publique o como mínimo “apropiador cultural”. Por supuesto, no es una idea que comparta, al contrario, respeto mucho la investigación e inmersión que tuviste en el Norte del Cauca, con los macheteros de esgrima, para la realización de esta obra. En la misma novela hay una respuesta a esta pregunta, cuando uno de los personajes negros se refiere a Cero como un contrabandista, como alguien que no cae en la trampa de la hegemonía blanca que dice de qué hablar, desde dónde, en qué color… He visto otras entrevistas con esta misma pregunta, pero, a 3 años de la publicación de Elástico de Sombra, ¿Qué opinión te merecen este tipo de comentarios? ¿Seguís manteniendo la postura recogida en la novela?

  • C: He hablado ya varias veces de este asunto y me aburre terriblemente (en esta entrevista, por ejemplo, desarrollo varios argumentos: https://ladiaria.com.uy/libros/articulo/2022/5/desmontar-el-eje-con-el-escritor-colombiano-juan-cardenas/). Diré simplemente que me parece un debate estéril, sobre todo para una persona como yo, que lleva media vida estudiando las fantasías raciales y cómo se ha construido el racismo en América Latina. Por lo demás, esa acusación de apropiación cultural proviene a menudo de personas que no están en condiciones de dar un debate serio conmigo sobre estos temas. A duras penas les llega el agua al tanque, mucho menos les va a dar para discutir conmigo sobre estas cuestiones. Con todo, la consecuencia más preocupante no es que denigren la novela o que pongan en cuestión la seriedad de mis investigaciones, mi trabajo como escritor. Eso me tiene sin cuidado. Lo verdaderamente preocupante es que, al acusarme de apropiación cultural, les faltan al respeto a los propios macheteros, que fueron los más entusiastas con la idea de que el libro tuviera esa forma y ese contenido. Por insistencia de ellos, yo usé la firma, el dispositivo autoral Juan Cárdenas, para participar como correa de transmisión de una tradición. Una cosa, por lo demás, muy habitual en la literatura de todos los tiempos. Si ese cuentico pedorro de la apropiación cultural lo hubieran utilizado en otros tiempos no existirían Las mil y una noches, La Biblia o La conferencia de los pájaros.  
  • Siguiendo con el Cauca, me gustaría ahora hablar un poco de Popayán. Hace una década, cuando llegué a Popayán para estudiar Filosofía, recuerdo que era todavía una ciudad con una tradición católica impoluta. Las paredes blancas eran la ley, ensuciadas solo por la mugre del polvo. Hoy todo eso ha cambiado. Las calles de Popayán, sobre todo su centro histórico, está repleto de empapeladas, grafitis, eslóganes políticos y/o de militancias. Hoy Popayán, ya no huele solo a blanco criollo y a gringo turista. Huele a disputa cultural, a Indio, a Negro, a Mujer, a Diversidad Sexual, a Blanco Criollo y a Gringo Turista. La música del pacifico ya no es un bicho raro entre construcciones españolas del siglo XIX. La música andina ya no es un espectáculo oculto en las montañas. Ambos ritmos coexisten y crean círculos de gente en el Parque Caldas. ¿Qué opinás de esta “nueva Popayán”, cada vez más diversa, multicultural? ¿Qué opinás de la casta tradicional de la ciudad, que a regañadientes acepta esta transición?
  • C: No vivo en Popayán desde que tenía dieciséis años. Hasta hace poco solo venía a visitar a mi abuela, que murió en 2017. Pero ahora tengo una casita en el campo caucano, más o menos a media hora de Popayán, así que mi relación con la ciudad cambió y he podido ver todo eso que estás describiendo, aunque de manera bastante superficial. Y lo mismo me pasa con Cali. Son dos ciudades que conozco muy bien, muy desde adentro, pero con ambas tengo ahora una relación superficial, de residente a medias, de visitante medio desprevenido. Cuando estoy acá en el Cauca paso la mayor parte del tiempo en el bosque, en realidad, haciendo una vida muy rural. El resto del año vivo en Santiago de Chile. 

Ahora bien, hablando de tu técnica en prosa, me gustaría saber qué nombre acuñás para referirte a estos momentos en tu literatura en la que un hecho mágico aparece y coexiste de manera normalizada con la trama. Pongo como ejemplo la conversión de Cero por el hechizo de una bruja, y el cuidado del machetero de este cucarrón. Además, en tu obra el chamanismo, lo andino, las creencias, refranes e ideas del mundo de la gente no desentonan con la tecnología, los edificios, las oficinas. ¿Cómo llamás a esta suerte de “realismo mágico” contemporáneo/andino?

J. C: No me gustan nada esas etiquetas. Creo que son como muletas para críticos que no saben caminar por sí solos, que no saben pensar por sí solos y necesitan esos apodos.

Haciendo hincapié en el tema del chamanismo, un parcero que también es un ferviente lector de tu obra y quien, de hecho, me animó a que te buscara, quiere hacerte la siguiente pregunta, así, directa: Noto que tu literatura se encuentra permeada de sensaciones que rozan la desesperación de alguien que ha tenido experiencias (cercanas, lejanas, directas o indirectas) con la brujería. Entonces, quería saber, ¿Cuál es la relación que guarda tu obra con dicho tema, teniendo en cuenta que la brujería ya no es un tabú, sino una práctica habitual y, de hecho, es tendencia en las redes sociales?

J.C: Jajajaja, me encanta esta pregunta. Y bueno, los que crecimos acá sabemos que la brujería anda por ahí suelta y que uno tarde o temprano se la topa. Te voy a contar una anécdota. Una vez, cuando era chiquito, yo debía de tener unos ocho años, una tía me pidió que la acompañara donde una bruja en Santander de Quilichao, que dizque muy berraca esa bruja, que limpiaba cualquier mal. Era una casa muy humilde, de paredes azules y muebles de madera viejos. Me acuerdo que nos hicieron pasar a una salita porque en ese momento la bruja estaba ocupada con unos clientes. Imaginate la sorpresa mía cuando se abrió la puerta y de ahí adentro empezó a salir toda la nómina del América de Cali: Falsioni, Garecca, Bataglia, Cabañas, el Pipita… Y bueno, historias de brujas y brujería tengo miles, algo muy habitual por acá, ya sabés.   

Por cierto, en El Diablo de las Provincias se habla de un dealer. Esta es una pregunta más personal. ¿Fumás marihuana habitualmente?  ¿Tenés alguna opinión sobre la política de drogas?

J.C: Soy consumidor habitual de drogas, pero no me gusta fumar ni meterme nada por la nariz. Tomo gotas de cannabis para dormir porque soy insomne crónico. Y mis drogas recreativas favoritas son el MDMA y el viche.

Sé que te gustan mucho los hongos. No los psicodélicos (que tal vez, también), sino todo tipo de hongos. ¿Hay algo en ellos que te recuerda al pensamiento, a la conexión humana, a la literatura? Me gustaría saber de dónde viene este interés.

J.C:  Soy aficionado a los hongos, es cierto, pero entre más los estudio más confirmo mi suprema ignorancia sobre el tema. Es dificilísimo aprender a identificarlos, los taxones, etc. Pero también tengo que decir que estoy mamado de la moda de los hongos que se ha desatado en los últimos años. Hay mucha frivolidad y mucho eco-fascismos mal disimulado en esos discursos sobre el micelio como alternativa post-humana. Estamos a tres doritos de que los pistoleros gomelos de Ciudad Jardín empiecen a hablar del micelio.

Finalmente, ahora, con 45 años, ¿Cómo ves el panorama de la literatura nacional? ¿Qué autores jóvenes has leído o escuchado y que te parezcan que van a marcar una tendencia nacional o a refrescar el mundillo literario?

J.C: Me gustan mucho varios de mis contemporáneos. Caputo, García Robayo, Rodas, Luis Miguel Rivas, Solano, Matías Godoy… uno creería que la cosa está empezando a ponerse interesante, pero tampoco me quiero hacer ilusiones porque aquí lo que falta, desde siempre, no son autores interesantes sino lecturas interesantes. Lecturas y lectores interesantes, desafiantes. De nada nos sirve tener a Tomás Carrasquilla o a José Félix Fuenmayor si la crítica que hay sobre esas obras es tan mediocre.  

Pda: Muchas gracias por aceptar esta entrevista. En algún momento me gustaría realizar una entrevista más larga, tal vez menos técnica, tal vez más libremente, ¿Quizá un podcast?

De una. Cuando se presente la oportunidad ahí estaremos.

Entrevista realizada por: Andrés F. Burbano (@drasenx), director de Aparato Nacional.

2 comentarios en “Entrevista: Juan Cárdenas”

  1. Napoleón Avila Victoria

    Pertinente entrevista para informarse de nuevos escritores. Espero salgan más de este tipo, por ejemplo, de los autores jóvenes que él referencia…

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