Moskas en la sopa
Cuna de lobos: Crónica de un desastre anunciado
Recuerdo cuando, allá por el 2019, vi en la televisión (cuando aún veía televisión) que Televisa planeaba hacer refritos de doce telenovelas emblemáticas. Ahí fue donde dije: “Esto se va a poner feo”. Entre las mencionadas, se atrevieron a poner la mítica “Cuna de lobos” (1986), creación de Carlos Téllez y Carlos Olmos, con actuaciones de Diana Bracho, María Rubio, Alejandro Camacho, Gonzalo Vega y Rebecca Jones, entre otros muchos. Pero en lugar de refrito, esto se convirtió en una nueva versión.
Y si, pongo “nueva versión” porque prácticamente es otra historia. Lo único k tiene en común con la de 1986 es la situación de la madre que quiere que su hijo herede, pero como hay circunstancias que lo impiden, deciden embarcar a una chica para embarazarla y quitarle a su hijo para apoderarse de la herencia.
En la original los motivos de los crímenes de Catalina eran el envenenamiento de don Carlos, la herencia y seguir ocultando su no tuertez. En la nueva, Catalina es jefa de una banda de contrabandistas de diamantes y oculta que Alejandro, su hijo menor, no es de Carlos Larios, sino de Francisco, su cuñado. Cuando su esposo se entera, le da un connato de infarto, pero Catalina lo avienta al mar (estaban en un yate). Cuando el señor intenta regresar, Catalina lo golpea con un extintor y se muere.
En la versión de 2019 hay personajes nuevos: Francisco Larios, hermano de Carlos y amante de Catalina; Ámbar, mujer de Francisco; Diego, mano derecha de Catalina en Gotier (joyería propiedad de los Larios Creel) y ejecutor de algunas ordenes de Catalina; Luis, periodista, amigo de Leonora; Gélica, el ama de llaves de Catalina, con quien tiene una extraña relación; el comandante Vega, un corruptazo y sucesor de Diego en los trabajos sucios, entre varios más.
Se conservan a Catalina, pero en versión joven y atractiva, aquí si perdió el ojo; Alejandro y José Carlos, los hijos (a comparación de 1986, Alejandro es más maquiavélico, en 2019 es un poco más humano, pero es manipulado por Catalina y cuando le tocan a alguien que quiere, cuidado; José Carlos en 2019 es un adicto a las drogas, al alcohol, al juego y al sexo, bastante violento y atormentado por el “accidente” con Catalina, en la del 86 solo era jugador y no quería sentar cabeza); Carlos Larios (en la original solo aparece en los primeros minutos del primer capítulo y en la lectura del testamento; en la nueva tiene hasta 3 apariciones en los 25 capítulos) y Leonora (quien en esta versión no tiene ni madre (literal, xd) y en la original tenía papa y madrina) y tres personajes “recurrentes”: el doctor de la familia, el notario y el asistente de Alejandro (que aparece a media serie, pero muere a los pocos capítulos).
El personaje de Vilma es sustituido por Miguel, novio de Alejandro desde hace 3 años. Recordemos que en el original, Vilma y Alejandro llevan 10 años de casados y ella es estéril. En la nueva, Alejandro está comprometido con Mora, una chica de España que es presentadora infantil en televisión y descubre a Alejandro es bisexual y lo chantajea. Catalina se entera e investiga a la morra y descubre su pasado como actriz nopor, lo cual armaría un escándalo.
Tanto en la del 86 como en la del 2019 hay una viuda exigiendo justicia: en la primera la de Gutiérrez, importante funcionario de los laboratorios Lar-Creel, (no se menciona su nombre, Maricruz Nájera) y en la segunda la del forense Vasco (no recuerdo su nombre).
Algunas muertes son bastante explicitas, hasta brutales, como la del fiscal Bustamante (ametrallado hasta morir), la de Álvaro, el asistente de Alejandro (Catalina le corta la lengua y el comandante Vega le dispara en la cabeza) o la de una de las mulas que traían los diamantes por dentro (Catalina le abre el estómago con un bisturí). Lo más fuerte que se vio en 1986 fue cuando Catalina ahorca a Lucerito con sus propios audífonos o cuando empuja al inspector Suarez a la piscina de su casa y echa al agua la podadora eléctrica.
En la “nueva versión” Catalina no se suicida, logra escapar con el hijo de Leonora (a quien le cambia el nombre a Alejandro) a un lugar muy frío, pero el periodista descubre que Catalina está viva, dejando un final “abierto”, como en 1986.
Aparte de los nombres, tenemos 4 referencias directas al original:
1. La música del inicio de capitulo. Es la misma que compuso Pedro Plascencia Salinas en 1986. Jordi Bachbuch hizo un excelente arreglo, a la altura del original.
2. El nombre del hijo de Leonora, Edgar. Recordemos que en el final de la del 86, Braulio, el hijo de Alejandro y Leonora entra al cuarto de Catalina y dice “Yo no soy Braulio, soy el pequeño Edgar”.
3. La pistola con silenciador, el abrigo y guantes negros (en 1986, Catalina usaba las 3 cosas, junto con lentes y una peluca rubia, mientras que en 2019 usó primero la pistola para matar al forense Vasco y al investigador que contrató Ámbar y el abrigo y guantes cuando mató a Miguel en la construcción).
4. La muerte de Alejandro en un avionazo. Solo cambia el motivo y destino del viaje (en la original era porque Vilma agonizaba e irían a Houston; en la de 2019 porque Alejandro convenció a José Carlos de quedarse mientras él iba a África por lo de las minas clandestinas).
Agrego una quinta que es indirecta: Francisco pierde las piernas y queda en silla de ruedas después de que Catalina lo atropella. Esta es referencia (probable) a “La verdad de Laura”, versión española de “Cuna de lobos” de 2002. La villana, Teresa (Mirtha Ibarra) fingía estar en silla de ruedas por parálisis.
La actuación de Paz Vega como Catalina Creel, a mi gusto, dejo mucho que desear. Muy actriz de Hollywood y ganadora del Goya, pero en telenovelas no la arma. En México hay bastantes actrices para el enfoque que le dieron a Catalina en esta versión, como Altair Jarabo, Susana González, Rossana San Juan, Martha Julia o Marina de Tavira. Incluso si se hubieran apegado a la historia original, Leticia Calderón, Rebecca Jones (Vilma en 1986), Diana Bracho (Leonora en 1986) o Rosa Maria Bianchi (Bertha, asistente de Catalina en 1986) serian excelentes opciones. Pero claro, como la serie también saldría en Amazon Prime, quitaron a Verónica Merchant (a quien no conozco e iba a ser Catalina) e impusieron a Paz Vega, solo por salir en “Rambo V” (¿Marketing? ¿Dónde?).
Diego Amozorrutia (Alejandro), José Pablo Minor (Miguel), Nailea Norvind (Ámbar), Flavio Medina (Francisco) y Azela Robinson (Gélica) estuvieron excelentes. Nailea, Flavio y Azela dieron catedra.
Gonzalo García Vivanco (José Carlos) y Carlos Aragón (Diego) es la primera vez que los veo actuar y son muy buenos. Paulette Hernandez (Leonora) al principio era buena, pero cuando la meten a la cárcel sobreactúa demasiado.
Es una versión taaaaaaaaan libre de la original que la convirtieron en otra historia. Al acortarla a solo 25 capítulos, se pierden varias historias: el doctor Syndel que llega a México después de perder su licencia, el drama de Bertha al perder a su abuela en un incendio (provocado por Catalina), entre otras. El rating habló: comenzó con 5.8 puntos y terminó con 3.1, con promedio de 2.65 millones de espectadores, cuando la original batió records de audiencia.
Y qué decir del impacto cultural que tuvo la original: desde la carta que el director sueco Ingmar Bergman le mandó a María Rubio felicitándola por su desempeño actoral, la barda pintada en el Estado de México postulando a Catalina Creel como presidenta de México, hasta la esquela mortuoria que la familia Creel de Chihuahua mandó poner en los periódicos por la muerte de su “querida tía”.
A veces, las buenas historias no se deben tocar, pero se entiende a la mala una y otra vez.
Me alegra el fracaso. Sí, lo digo con toda la maldad y grima porque estos show runners no entienden. Se creen artistas, pero son productores. Así echaron a perder, también, El Brujo, de Netflix
Muy grata lectura y excelente la manera en que se aborda.