Internet, ignorancia y pensamiento crítico

Internet, Ignorancia y Pensamiento crítico

Héctor Felipe Pisso

Ilustración: @aparatonacional_

 

En la mañana del pasado domingo, mientras la ansiedad se hacía fuerte con el transcurso de las horas, me detuve a pensar en la ignorancia como problema estructural de nuestro país.  Inicialmente, la cuestión abordaba el concepto político de las “mayorías silenciosas”, amplísima parte de la población que no se expresa a través de Twitter, Facebook ni Whatsapp, y que termina siendo decisiva en las contiendas electorales, sobre todo, enfocándose en el sector rural y en las zonas de difícil acceso, donde se presentan altos índices de abstencionismo que son producto de diversos factores, como la dificultad de desplazamiento, la falta de información y, por ende, la falta de interés. Es difícil considerar que una persona, cualquier persona, no disponga de eso con lo que nosotros derrochamos el tiempo, así que, con el propósito de plantear una postura cercana a la realidad, decidí buscar en Google “¿Cuántas personas no tienen acceso a internet en Colombia?”. La mayoría de fuentes que ocupaban las opciones de la primera página de resultados, pertenecían a medios que tergiversan la información a favor del gobierno, motivo suficiente para omitir su lectura. Sin embargo, teniendo en cuenta el contexto político actual, me pareció relevante resaltar esta curiosidad para elevar el grado de sospecha ante la forma de contar la historia por parte de quienes usan el poder, aunque, por lo que paso a describir, ni así queden bien.  

Prosiguiendo con mi investigación dominical, me topé con tres artículos útiles en tanto me permitieron realizar contraste entre las múltiples interpretaciones de las que pueden ser objeto los datos, las cifras, la estadística. El primero de ellos, de la revista Portafolio, denominado el comportamiento en conectividad de Colombia en el tercer trimestre,describía el progreso en cuanto a conectividad alcanzado por el gobierno de turno, mencionando datos con nombres bonitos y crecimientos porcentuales esperanzadores. El segundo, denominado La Pandemia y las brechas digitales escrito por Carolina Botero Directora de la Fundación Karisma, publicado por la revista digital Razón Pública, iba más allá de los números y se centraba en exponer el altísimo grado de desigualdad en cuanto a acceso, calidad de acceso y capacitación para el aprovechamiento del internet . Gracias a este artículo supe que hay 20 millones de colombianos que no cuentan con ningún tipo de acceso a internet, que sólo el 37,5% de la población cuenta con internet en casa y que la mayor parte de los colombianos debe recurrir a planes prepago de telefonía móvil (que no están en condición económica de sostener) y que no satisfacen la necesidad por la cual se adquieren (estudio, trabajo) debido a que la señal es precaria. El artículo hace énfasis en la especial desigualdad de las zonas rurales, los estratos 1 y 2 y las minorías étnicas, padecida principalmente por las mujeres y los ancianos.  El tercer artículo, para mí sorpresa, se denomina “Estas en Mute” Por qué el acceso a internet no es suficiente para la digitalización inclusiva de América Latina y el Caribe” publicado por Naciones Unidas. Plantea un análisis de la “marginalización digital” que afecta a nuestra región, enfocándolo en las ventajas para el disfrute de la vida en tiempos de crisis que ofrece la tecnología en los hogares, ventajas inimaginables para la mayoría de las personas en Latinoamérica. Debido a que mi intención es simplemente opinar, comparto los enlaces para que profundice quien se sienta interesado.  

Habiendo leído los artículos a los que mencionados y sabiendo que las preguntas son como las cervezas (uno nunca se toma solo una), mi inquietud inicial, que ahora contaba con perspectivas y nociones nuevas, me condujo hacia la siguiente ¿garantizar el acceso a la información es suficiente para superar la ignorancia funcional a la que nos tienen sometidos? Claro que no. Para aprovechar la información, para crear conocimiento, se requiere la intervención del proceso reflexivo y de la práctica, es decir, para que la inversión no se traduzca en números muertos que engrosan estadísticas fácilmente manipulables que no reflejan, en la vida real, ningún progreso pero sí implican valiosos recursos públicos, tijereteados por la infinita cantidad de manos burocráticas, es necesario enfocarse en que quienes gestionan las políticas públicas persigan el bienestar. Esta es la parte crítica, porque nuestro Estado es una herramienta puesta por elección de una cuestionable mayoría en la mano de impostores. Que vociferan su amor a la ley, su compromiso con la defensa de las instituciones, que incluso proponen una visión de país y la sustentan teórica y económicamente. Si en su poder está la labor de crear las condiciones de vida necesarias para el aprovechamiento de la información y la confección de conocimiento que permita sembrar la semilla del pensamiento crítico, indispensable para que se consolide la conciencia colectiva con la que un día elegiremos mejor, estamos jodidos.

Entiendo que la cuestión inicial ha tomado un rumbo subjetivo, a mi parecer no tiene caso desgastarse en planeación de políticas públicas si el sistema ha sido corrompido intencionalmente y los fines plasmados en la Constitución, desde las más altas esferas del poder, no se persiguen. Por eso, resulta oportuno aclarar que me referí nada más que a una de las innumerables carencias con las que debe vivir la mayor parte de las personas en nuestro país, porque hay muchísimos sin agua, sin energía eléctrica, sin comida, sin techo, sin estudio, sin trabajo. El sólo hecho de poder evitar mi desasosiego dominical pensando en estas cosas, de poder acudir a este tipo de distracciones, es ya un rasgo que me separa de una muy enorme cantidad de colombianos a quienes se les ha negado la oportunidad de pensar, de oponerse, de disponer de las herramientas necesarias para expresarse, de ser escuchados. Atendiendo esa situación, invito a quienes se sientan llamados a contribuir desde la educación que recibieron, sea cual sea, a que no duden en propiciar discusiones, diálogos y debates que ayuden a recolectar ideas y sentires, propuestas para hacer las cosas de manera diferente, escenarios en los que se fomente el sentido participativo de la ciudadanía. El gobierno no lo va a hacer, su intención es distraernos y hacernos creer que cualquier causa es en vano.  Yo me opongo a la forma cómo quieren que vivamos, me opongo a condenar a ciertos sectores para el surgimiento de otros, me opongo a la ignorancia y a la violencia. Sé que hay otros que se oponen también, no podrán matarnos a todos.

 

Enlaces:

https://www.portafolio.co/economia/el-comportamiento-de-conectividad-en-colombia-en-el-tercer-trimestre-548835

https://razonpublica.com/author/carolinab/

https://news.un.org/es/story/2021/04/1490462#:~:text=el%20COVID%2D19-,%E2%80%9CEst%C3%A1s%20en%20mute%E2%80%9D%3A%20Porque%20el%20acceso%20a%20internet%20no,Am%C3%A9rica%20Latina%20y%20el%20Caribe&text=Es%20as%C3%AD%20como%20la%20digitalizaci%C3%B3n,Latina%20y%20el%20Caribe%20atr%C3%A1s.


Sobre al autor

Héctor Felipe Pisso

Abogado de la Universidad del Cauca, promotor de la duda y el diálogo.

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